enero 01, 2007

Charlando con Liliana Vitale


Tu familia ( tu padre especialmente por lo que tengo entendido ) ha sido determinante en el desarrollo artístico de la familia. ¿Cómo transcurrió tu infancia en cuanto a tus primeros contactos artísticos?
- Y, sí, mi viejo tuvo mucho que ver. Hoy sigue con la cabeza despierta y renovada, una y otra vez, lo que lo convirtió en una especie de tester de autenticidad. Siempre le gustó enseñar y por muchos años se dedicó a la enseñanza de la música, donde encontró un modo particular de estimular y desarrollar la búsqueda creativa. De mi madre se dice que tenía de joven una voz descomunal y a pesar de -según ella- haber perdido “esa” voz, siento que la compañía de su canto durante toda mi infancia influyó muchísimo en el mío. Las guitarreadas y encuentros con amigos eran habituales y, en definitiva, los dos nos hicieron vivir a Lito y a mi una infancia no solo musical, sino también llena de estímulos artísticos e intelectuales. Lo que escuchábamos era música clásica, jazz, Piazzola, el folklore de proyección de los ´60, y básicamente Beatles y el primer rock argentino. Recuerdo una mañana de sábado donde lo que sonaba era Jimi Hendrix y particularmente el momento en que escuchamos por primera vez el primer disco de Almendra...


- Tu hermano (Lito Vitale) uno de los mejores tecladistas que ha dado el país, confesó no tener una formación musical digamos clásica y llevarse mal con las partituras. ¿Tu caso es similar?
- En lo que se refiere a las partituras, sí, mi caso es similar al de Lito. Pero debemos reconocer que su dominio del lenguaje musical es de una soltura y conocimiento que muchos admiramos. Mis intereses tuvieron siempre más que ver con la palabra, con lo conceptual, con la filosofía. El canto, el piano, la composición o la actuación son los lenguajes que me han servido para canalizar las necesidades de la expresión. Sigo intentando profundizar y tratando de hacer las cosas mejor , pero creo que ya no lograré escribir o leer una partitura como Dios manda. De todos modos el concepto de que la intuición es la linterna mágica es lo que básicamente nos trasmitió mi viejo, que todavía sigue intentando -ahora con la tercera generación, sus nietos- liberar a la familia del analfabetismo musical.


- ¿Por qué el piano?
- El piano estaba ahí, casi desde siempre. Creo que fue por ósmosis que quedé “pianista”, si vale el término para mí, porque en realidad empecé a tocar un poco más en serio al acompañarme el canto. Fue años más tarde, y luego de haber sido sobre todo intérprete, que empecé primero a componer algunas músicas sobre textos de otros y luego a escribir mis propias canciones. Pasaron los años y el piano vuelve a ser hoy el instrumento que me acompaña siempre y con el que encuentro los paisajes más míos para sobrevolar con la voz.

- ¿Ejecutás otros instrumentos como Lito?
- El juego musical al que jugamos desde chicos hizo que no tuviéramos miedo a acercarnos a distintos instrumentos. (Ahora, eso de ejecutarlos nunca se me había ocurrido) Así, en los primeros tiempos del grupo MIA toqué la batería, la flauta, y un poco el bajo y la guitarra. Todo muy simplemente, pero siempre con un sentido musical.



- ¿Qué le ha dado la música y el arte a tu vida?
- Bueno, a esta altura creo que ya no puedo distinguir entre la música, el arte y la vida. Pero si lo intento, puedo reconocer que los mayores desasosiegos sin duda se han sosegado con el canto, con la música, con la poesía. Eso sigue siendo así, y no solo en la práctica, que es lo más transformador, sino en el simple contacto con una expresión artística afín.





1979 - Recital del grupo M.I.A. en el teatro Presidente Alvear, Bs. As.
Coro: Emilio Rivoira, Claudio Della Valle, Gustavo Mozzi, Roxana Kreimer, Alberto Muñoz, Gustavo Curto, Verónica Condomí, Nicoletta Smareglia, Liliana Vitale y María Pita.Músicos: Lito Vitale, Nono Belvis, Daniel Curto, Kike Sanzol, Aldo Casteli y Federico Chuhurra (sonido)

- Probablemente los más jóvenes no conozcan que implicó el proyecto MIA ( Músicos Independientes Argentinos) hacia mediados de la década del ´70. ¿Podrías describirnos dicha etapa?
- MIA (Músicos Independientes Asociados) fuimos un grupo de unas 25 personas entre músicos, técnicos, diseñadores y encargados de la producción. Fue justamente el modo de producción (independiente, con sello propio, para el momento toda una novedad) donde MIA sentó el mayor precedente. La relación directa con la gente, que era mucha, (por teléfono o a través de cartas,- no poníamos afiches ni salíamos en la tele-) y sobre todo el control real sobre el producto artístico, fueron inspiración para infinidad de grupos de rock que han optado por hacerse cargo de sus producciones. Pero también en el sentido de búsqueda, de libertad y de experimentación musical fue un espacio que nos marcó a fuego a todos los que compartimos ese momento que transcurrió entre los años 1976 y 1980, pleno proceso militar. Resulta paradójico, pero suele suceder ante la adversidad, la represión, la prohibición, que encontramos las fisuras como para seguir vivos produciendo cambios.

- ¿Cómo los afectaba la represión reinante en plena dictadura militar?
- Bueno, creo sin duda que el rock y sus espacios ( por ejemplo, la revista Expreso Imaginario ) fueron el verdadero refugio de la cultura en los tiempos de la dictadura. En ese sentido estábamos protegidos porque pertenecíamos al rock, y estábamos pensando en el planeta, en el arte, la espiritualidad y la revolución de las mentes, como decía Miguel Grinberg. Pero como ya todos sabemos era un momento en donde los que nos salvamos fue porque tuvimos suerte. Apenas un par de años antes de la experiencia de MIA yo tuve una pequeña participación militante en la Juventud Peronista de Villa Adelina y recuerdo a varios compañeros y también profesores del colegio que no estuvieron más de un día para otro...
Y también la complicidad silenciosa de miles de personas que nos iban a escuchar a los recitales como si se tratara de un compromiso extra con alguna otra causa innombrable. “La época quebrada” era una canción de Alberto Muñoz que yo cantaba en esos años y que decía todo sin nombrarlo, con la sutileza que reclamaban los tiempos. Tuvimos algunas experiencias de terror, como ser examinados por la SIDE antes de nuestra primera gira que fue justamente en Tucumán, donde Bussi había sido gobernador hasta hacía muy poco...


- Por entonces; su actitud, ropas, música, propuesta ¿les generó problemas en dicho aspecto?
- Y, sí, por supuesto estabas expuesto a que a la salida de cualquier recital te subieran a un colectivo, te llevaran a la seccional más cercana y te dejaran demorado toda la noche, en el mejor de los casos.
Así fue el final de un maravilloso show de B.B.King en Obras. Otra vez lo agarraron a Lito, -además del pelo largo, usaba vincha-, un par de matones y lo amenzaron con un arma en la cabeza diciéndole que se cortara el pelo, que si no... la próxima vez... Por suerte no pasó nada más que la amenaza, pero fue suerte. Otros no tuvieron la misma...

- Transitás el canto latinoamericano, la canción intimista, la proyección folklórica, la fusión ¿Te sentís más cómoda en alguno de dichos ámbitos o te encontrás más a gusto en el eclecticismo?
- Sinceramente no transito todo eso cambiando nada. Creo que todo surge de la misma fuente y, tampoco es deliberado, siempre sueno yo. Muchas veces lamenté tener tan poco talento para copiar, para aprender imitando, para descubrir los secretos del lenguaje ajeno. Y otras tantas veces no me quedó claro si el comentario “qué original!” acerca de mi música, era un elogio o una crítica. Lo cierto es que no me gusta que los géneros que transito me dejen pegada a sus clichés y sus estereotipos. Y si debo reconocer una pertenencia cultural sin duda pertenezco a la cultura del rock, que es la que me permitió abrir la percepción a todas las expresiones verdaderas y a respetar lo genuino. Pero para simplificar, creo que haga lo que haga todo lo que me sale suena argentino.

- ¿Conociste a Spinetta por aquellos tiempos de MIA?
- Conocí a Spinetta en el año 1978 y es una de esas experiencias totalmente fundamentales.
Son casi recuerdos de infancia, pero fueron muchas las noches que en ese tiempo Spinetta visitó la casa de Villa Adelina. Yo escuchaba callada, abrevaba, y cuando se iba subía a mi cuarto y escribía en una especie de diario íntimo todo lo que no quería olvidar, lo trascendente de compartir con un artista a full, a tiempo completo sin máscara, la intensidad que me contagiaba para siempre. Spinetta fue invitado a uno de los ciclos de recitales que organizábamos y allí estrenamos “Quedándote o yéndote”. La relación musical siguió con Lito, que más tarde integró la primera formación de Spinetta Jade.


- ¿Qué representaba Spinetta para vos por aquel entonces?
- Luis Alberto Spinetta fue representativo de todos los momentos de mi vida, y me sigue representando hoy.
Desde la adolescencia, en que la admiración se confunde con el amor y con la idolatría, pasando por todas las revoluciones afectivas, psicológicas y espirituales, la obra de Spinetta siempre fue una zona liberada para la belleza y la cruda verdad. Gracias que existió y existe porque nos sigue nivelando para arriba como pueblo y como personas, y porque sienta un precedente de calidad que no nos permite bajar la guardia.


- La versión de Jardín de gente que has logrado es increíble... ¿Cuántas canciones de Luis has versionado?
- Siempre hubo y habrá una canción de Luis, fetiche para la ocasión. Hago memoria... “Cristálida” “Plegaria...” “Para ir” “Tema de Pototo” “A Starosta, el idiota” (en dúo con Verónica Condomí) “Todas las hojas son del viento” “Todos estos años de gente” “Asilo en tu corazón” “Que ves el cielo” “No te busques más en el umbral” “Laura va” (con Lito en piano) “Maribel” “Jardín de gente” , algunas que se escabulleron en la memoria y muchas que solo canté en la intimidad. Si Dios quiere algún día lograré el sueño de hacer un álbum solo interpretando Spinetta.


- Dicha canción (Jardín de gente) formó parte de un album muy visceral de Spinetta, como una suerte de reacción a la mercantilización de la vida que significó el menemismo... y ello se refleja en dicho tema ¿Lo elegíste por algún motivo emparentado con lo que te planteo o bien por sensibilidad o por alguna sensación intransferible que te provocara en lo personal?
- Uno cree que elige y en realidad son las cosas –en este caso las canciones- las que se cruzan en nuestro camino y nos ayudan a expresar lo que sentimos o pensamos.
Lo cierto es que ya la tensión de la nota reiterada en el comienzo de la melodía hace que suene un llamado de atención y eso es lo que logra esta canción, útil para despertar de cualquier letargo, incluso del menemista...

- ¿Qué motivó tu aislamiento en el interior durante algunos años?
- Viví en Córdoba entre el ´90 y el ´94, motivada por una necesidad de curación de mi alma.
De todos modos no lo sentí como un aislamiento, sino todo lo contrario.
Pude reestablecer la relación con las cosas y empezar a tener una mirada más limpia sobre la realidad.
Muchas veces la desaparición de la vida pública se interpreta como retiro, como aislamiento y, por lo menos en mi experiencia, son los momentos de “ese” ocio los más ricos y “productivos”, sobre todo a nivel espiritual, y si surge de la nada... “será que la canción llegó hasta el sol.”


- Siendo tu estilo etéreo, intimista, de singular belleza y sensibilidad ¿cómo evaluás la escasa difusión que posee en nuestro país?
Por darte un ejemplo Norah Jones vendió 20 millones de discos, ganó 8 Grammys con una propuesta que considero posee puntos en común con la que has encarado...
- La verdad, nunca pude responder a la pregunta de por qué no soy más conocida de lo que soy.
Creo que si alguna vez me lo planteé fue de tanto que me lo preguntaron y no tengo la menor idea.
Ahora, además saber por qué Norah Jones vende tantos discos y yo no, me supera totalmente.
Probablemente yo nunca trabajé especialmente para hacerme conocer y así como a Norah Jones la sostienen un país y un mercado de trascendencia internacional, si no hubiéramos tenido nuestro sello independiente, no sé qué país ni qué mercado hubieran apoyado mi trabajo. El álbum “La vida en los pliegues”, donde musicalizo textos de Henri Michaux, solo fue posible porque tenemos un sello independiente.


- ¿Todo artista aspira a l
a masividad o ciertas propuestas deben prescindir de las multitudes? No lo veo a Tom Waits en un estadio ante 70.000 personas...
- No sé que convocatoria tendrá Tom Waits, pero sobre todo creo que no debe ser prejuicioso.
Y a mi tampoco me gusta prejuzgar. La creación se manifiesta en un plano que no tiene que ver con el lugar en que luego la pone la sociedad. Y hay de todo y puede pasar cualquier cosa. Solo el artista sabe que la satisfacción está en la búsqueda misma, en el encuentro de las vibraciones precisas, y que las formas posteriores son aleatorias o tienen más que ver con una necesidad social, y que, como el dinero, van y vienen.


- ¿Qué música escuchás, sos melómana?
- Sí, escucho música, pero no soy melómana. No me acuerdo de los nombres de los temas, ni de casi nada.
Escuché mucho de todo y con un margen de tolerancia increíble, pero hoy por hoy, solo escucho... lo de siempre: Jarret, Gismonti, Bobby McFerrin, Caetano, Spinetta, Bijork, Beatles, Charly, Floyd, Elis, Bach, Miles. Y últimamente, y de acá: Fandermole, Fontova, Bersuit, La Sed.


- Es obvio que no transitamos una etapa de "creatividad y experimentación" como en los ´60 y ´70 ¿Cuál es tu visión sobre la música en particular y el arte en general en estos tiempos?

- No sé si será que yo estoy más pila que cuando era joven joven, pero creo en la evolución de las cosas.
La situación a nosotros se nos torna bien localista. Espero que no sea joda para toda la sociedad sufrir el martirio de la mitad de sí misma, y esto los artistas lo están reflejando.
Hay que aprender a respetar los distintos tipos de éxtasis que experimenta cada franja de la sociedad y comprender que todo se puso muy primario, que los lenguajes sufrieron una especie de regresión a una precariedad peor que la de quien todavía no supo, como a una degradación. La “creatividad y experimentación” están en estos tiempos aplicadas a la generación de una identidad cultural autogestiva, en sintonía con un país que emerge con la inercia de quien viene desde el infierno. Toda apuesta artística es hoy un gesto político, y muchas veces la belleza o la excelencia del trazo no son lo fundamental.
Hoy no transitamos esa sutileza de los ´70, pero porque vivimos otros tiempos y está bueno hacerse cargo de los tiempos presentes.


- ¿Estás grabando o embarcada en algún proyecto en la actualidad?

- Sí, estoy grabando. Digo poco...todavía de eso no se habla.
Lo que te puedo contar es que estoy presentando un unipersonal llamado “Radiografía de la Vuelta”, que contiene canciones que vengo coleccionando desde hace unos cuántos años. Hay algunas mías y unas cuantas que no (Fandermole, Fatta, Fontova, Liliana Felipe, Muñoz)
Probablemente lea algunos fragmentos de “Radiografía de la Pampa”; de Ezequiel Martinez Estrada, un libro maravilloso que desde ya les recomiendo.


- Por último: ¿cómoda con el reportaje?
- Me encantó ponerme a recordar, es un buen ejercicio.
También me pusíste a sanatear sobre política, pero eso no sé si es un buen ejercicio.
Tus preguntas reflejan un conocimiento de la historia y de mi trabajo, y te lo agradezco.
Lo disfruté mucho y me sentí honrada por esta invitación.

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*entrevista realizada en jardindegente*

http://www.lilianavitale.com.ar/



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nunca voy a Olvidar su versión de LAURA VA de Spinetta, epitelial!!!
Liliana logra eso..

Juajo

Anónimo dijo...

Saben si Vitale se presenta en el verano y dónde...
MUY BUENO EL BLOG...Me encanta que posteen letras de canciones que no se consiguen.


Claudio

MorganLeo dijo...

Llegue de casualidad al blog buscando info de Alberto Muñoz y me encuentro con este reportaje a Liliana, bellisima persona y muy coherente, digna heredera de Donvi y Ester.
Podran hacerle una entrevista a Alberto. Estoy seguro que no los va a defraudar. Es un gran tipo y un artista de los que no encontraras en el mundo mas que algunos pocos...poquisimos.
Gracias